miércoles, 27 de abril de 2011

Carlos Abrevaya y su Filosofía de los porcentajes

Encontré una “reliquia del ensayo humorístico”, un texto incunable (estoy segurísimo que no está en la red; estoy segurísimo que es un inédito virtual). Y pertenece a un periodista que filosofaba muy bien pero escribía mejor todavía: filosofaba en joda, pero no al pedo… después de leerlo me cuentan si no es así.
Usé el pasado continuo en los verbos del párrafo anterior porque el autor de este ensayo está finado: quizá sentado en una nube con sus amigos Jorge Guinsburg y Adolfo Castelo, poniéndole un poco de color al Paraíso “celestial” (que, por otra parte, debe ser muy aburrido); o tal vez los tres estén incomodando al Diablo con su talentosa sorna, con su laburado ingenio para la cachada, “haciendo de su vida un infierno”, (digo, la del diablo, valga el juego de paradojas…)
Transcribo el texto tal como lo leo. Las negritas son del autor. Disfrútenlon.

La Filosofía de los Porcentajes
Por Carlos Abrevaya

¿Para qué sirve la filosofía?
Miles de millones de personas insatisfechas con su vida cotidiana son un razonable motivo para pensar que algo no anda bien.
Por otro lado, casi todo lo que está mal en este mundo se apoya en una estructura que lo sostiene y alimenta. Piense usted en cualquier cosa que le moleste y descubrirá que detrás tiene algo lamentable que le da origen. Hoy sabemos que los grandes problemas de este mundo, las injusticias sociales, las miserias, los flagelos varios, no son el producto de la acción de un pequeño grupo de inadaptados. No se trata de un mal jefe o de un ladrón suelto a quien echarle una culpa facilonga, catártica, pero inútil.
El problema no es un estornudo, es una epidemia de gripe. Porque al contrario de lo que nos quieren hacer creer los poderosos represores privilegiados, los problemas sociales, con tamaño de sociales, no son individuales, son sociales.
Esta comprensión, este descubrimiento un poco tardío pero saludable de que somos siempre el resultado de una historia, nos permite descubrir dos cosas más: que todas las peleas se producen después de no entendernos y que entendernos nos remite necesariamente al origen. La filosofía, sencillamente dicho, es una manera de ahorrar el tiempo. En lugar de perderse en un interminable regreso histórico, es la posibilidad de decir “empecemos a pensar de nuevo desde el principio”.
Es la posibilidad de tener un resumen argumental de esta obra que es la vida y ala que hemos entrado cuando ya estaba empezada. Es una síntesis que nos permite entender nuestro papel, para no andar riendo pero con ganas de llorar o especulando con la idea de que el público no nos vea, como con miedo de ser descubiertos, o haciendo siempre algo que no nos convence, sin ganas, sin convicción, con el placer siempre arruinado por la culpa y el desconcierto.
Lógicamente, surge una pregunta: si es tan buena la filosofía, tan imprescindible, ¿por qué es tan impopular?... Seguramente, por más de una razón.
Por culpa de una intelectualidad excesivamente masturbatoria, que llegó a la filosofía por timidez e indaptación. No es fácil imaginarse a un filósofo que juegue al fútbol, que se agarre a piñas y que gane, o que se levante una mina en la playa. Más bien, excepciones aparte si las hay, un filósofo suele imaginarse como una persona antisociable. ¿Paradójico, no?
Pero más allá de lo que podría considerarse prejuicioso, convengamos que los filósofos parecen haber hecho poco por vendernos las virtudes básicas de la filosofía. Otros culpables serán los poderosos, los que se han beneficiado con la desdicha ajena y los absolutistas, los Dueños de la Verdad, los Seres Superiores, hijos de la locura que por amor a la humanidad se han ocupado invariablemente de matarla.
¿Me repite la respuesta?
El misterio asusta, pero atrae. La pregunta sin respuesta es intolerable. De allí que bien o mal, siempre le damos alguna explicación al misterio.
El drama viene después, porque parece que el ser humano sano necesita de un conjunto de respuestas coherentes para vivir en consecuencia con esas respuestas. Lo que propongo tal vez sea eso. Rellenar un abismo. Entender que la filosofía tiene sentido en la medida en que se convierte en una herramienta para la vida, que es un hecho social y sociable o es una boludez al pedo muerta en los anaqueles de una biblioteca. Es hora de que los filósofos tengan su agente de prensa y hagan avisos. Es hora de que los sociólogos sociabilicen. Y es hora de que los estudiantes de humanidades se hagan amigos de los seres humanos.
Absolutismo vs. relatividad. ¿Definición por penales?
Hay un espacio para discutir con los absolutistas, el campo minado del poder que habrá que desactivar, evitando la guerra por la paz. Pero simultáneamente hay un montón de espacio fértil en millones de corazones todavía abiertos, despoblados de afecto, esperando ideas para entender. (Me puse un poco arengoso, ¿no? Y bueno. ¿Acaso no tiene un poco de ganas de tener ganas de vuelta?
Como más o menos dije la vez pasada, casi todo es relativo. Lo relativo hace que el mundo se vuelva menos fácil, pero más entretenido.
Dije también que cuando introducimos el tema de la relatividad en este asunto de existir o no, descubrimos que la habitual definición filosófica de existencia como objeto no basta. Que no basta existir como un florero. Que se puede hablar de niveles de existencia e inexistencia. Que se puede existir más o menos, de un modo trascendental para nosotros. Y que, por lo tanto, la existencia que vale la pena es una cuestión relativa y dependiente de su relación con otros factores. Pues bien, la teoría de los porcentajes le permite a usted, cuya existencia no es absoluta, descubrir cuánto existe y cuánto no.
0% = no existe.
50% = existe la mitad, a medias.
100% = usted es un fanfarrón absolutista que se ha colado y cree que la perfección es humana, para desgracia suya y de los que lo rodean.
Un 80%, digamos, es una proporción más que óptima para sentirse logrado.
Pero volvamos a lo relativo y a la necesidad de darle una respuesta que no sea de una desesperanza posmoderna. Hoy, el complejísimo mundo de lo relativo (sobre todo por lo que ignoramos de él) nos enfrenta a múltiples situaciones en las que no es fácil definir/se. Casi todo depende de otra cosa para ser evaluado un poco más correctamente.
El desgaste de los slogans sobre lo bueno y lo malo podría entenderse como el resultado de esta situación. Para colmo, el dinamismo de los mensajes y el consecuente ritmo acelerado de muchas respuestas nos somete a la necesidad de resolver rápido una reacción frente a estos estímulos. Es algo muy intranquilizador. Con la ayuda de los medios de difusión, además, hoy hemos logrado tener la sensación de que casi no hay líderes creíbles, al menos en esta sociedad. No me refiero sólo a líderes políticos. Hablo de simples representantes de grupos sociales más o menos amplios. Parece haber un crecido descreimiento y una notable capacidad para defraudarse. ¿Por qué nos pasa esto? Bueno. Quizás porque seguimos juzgando desde la óptica del absolutismo aprendido (la pureza totalitaria) y, lógicamente, nadie se salva. Todos nuestros referentes tienen algún defecto. Y el absolutismo nos lleva a concluir que son imperfectos, del todo imperfectos. ¡Grave, craso, tonto error!... Simplemente son humanos, con un porcentaje de contradicciones inevitable.
Conozco el caso de unos chicos jóvenes que se desilusionaron de un artista popular con un largo y brillante discurso de humildad, porque una vez lo vieron conduciendo un auto caro, porque no respondió a sus fantasías de viajar en bondi, a pata o en andas llevado por un coro de fieles. No fue un ángel de la pureza, por lo que pasó a integrar las filas de los demonios abyectos, los despreciables.
El hecho me hizo pensar que no hay más cosa contrarrevolucionaria que la exigencia de los puros, los buscadores de pelo y tenedores de saco que depositan en el otro una exigencia inhumana, como para demostrar y demostrarse que toda confianza es inútil. Me apresuro a aclarar que no estoy diciendo que son plausibles las contradicciones o que hay que andar dejándose engañar por los fallitos. Lo que propongo es evitar exigir desde una pureza inexistente y antitransformadora, no patear en contra, no sumar enemigos peleando con los amigos, no ponerse al margen y marginarse y debilitarse hasta desaparecer.
Para eso, entre otras cosas, esta Filosofía de los Porcentajes que nos permite distinguir entre uno que hizo 9 a favor y una en contra y otro que hizo 9 en contra y una a favor. Pensémoslo, muchachos. ¿Los revolucionarios puros, en el fondo, no serán conservadores? ¿Quiero decir con eso que es malo ser conservador? No. Quiero decir que es muy contradictorio ser revoluconservador, tirando a hipócrita.
¿Qué sentido tiene la vida?
Justo ahora y con este dolor de cabeza no creo que pueda darle una buena respuesta como usted merece.
De acuerdo a la Filosofía de los Porcentajes, la vida tiene mucho sentido. Potencialmente, claro. Más porcentualmente, un porcentaje de la vida tiene sentido y otro no. Queda por desarrollar cómo se implementan los cálculos para medir esas cuestiones. Pero creo que sería un gran avance advertir que no toda la vida tiene sentido y que nuestra intención será darle sentido a la mayor parte de ella, sin angustiarnos por algunos momentos saludablemente perdidos. Vuelvo a insistir en que es una cuestión de medida. Una medida humana. Una filosofía de medida, mejor que de confección, que no nos haga vivir tan incómodos, haciendo como que tenemos otro cuerpo o viendo cómo se nos arrugan las entretelas del alma.
En fin. Hablemos mientras podamos. Ustedes saben que la Filosofía de los Porcentajes no sirve para explicarlo todo, pero quizá sea la única que puede explicar la mayor parte.

Fuente: Revista Humor, Nº 232, Noviembre de 1988

lunes, 25 de abril de 2011

Cronograma de la OLIMPIADA DE FILOSOFÍA 2011

Inscripciones: hasta el 13 de mayo
Jornada Escolar: 26 de agosto en cada escuela
Jornada Interescolar: 30 de setiembre en cada zona
Jornada Jurisdiccional: 21 de octubre en cada Jurisdicción
Instancia Nacional: 10 al 12 de noviembre, en Tucumán

OLIMPIADA DE FILOSOFIA 2011

La temática de este año lleva por título YO, NOSOTROS, LOS OTROS ¿DIFERENTES E IGUALES? IDENTIDAD Y DIVERSIDAD EN NUESTRO TIEMPO, y se organiza en torno a tres ejes problemáticos:
1) ¿Quién tiene el poder?
2) ¿Quién tiene razón?
3) ¿Con-Vivir en el conflicto?
Destacamos que cada uno de los contenidos incluidos en estas problemáticas se ajusta a los Contenidos Básicos Comunes propuestos para los niveles I y II (ex EGB 3 y ex Polimodal) en los espacios curriculares Filosofía, Formación Ética y Ciudadana, Ciencias Sociales, etc. La correlación de contenidos puede consultarse en nuestro sitio web.
El material bibliográfico correspondiente será enviado por correo postal a las escuelas participantes que aún no lo tengan, una vez hayamos recibido la ficha de inscripción vía correo electrónico.
Aclaramos que no se permitirá la participación de alumnos/as que no hayan sido debidamente inscriptos con sus datos completos en las fichas de inscripción correspondientes. Asimismo sólo podrán acompañar a los participantes a la instancia nacional aquellos docentes tutores que se hayan inscripto como tales en la mencionada ficha.